Supuestamente
el amor y el matrimonio están diseñados para que vayan de la mano, no para que
sean opuestos y estén en conflicto.
Sin
embargo hay muchos factores para que los matrimonios fracasen y la carne ajena
o libre esté más buena que la que hay en casa.
Cosas
como: “Es que has cambiado, ya no eres él o la misma de antes”, es de lo más
común, tanto por parte de la pareja como de los amigos, quienes al saber que su
amigo se ha casado le dicen: “Pobre, ya se fregó”.
Es
importante señalar y estar conscientes de que los llevó al matrimonio, que
muchos terminan llamando “martirmonio”. Si es un hijo lo que los une y no el
amor, era de esperarse que la relación se fracturara. Un hijo no es un elemento
mágico que una a la pareja por siempre.
Un
matrimonio no se debe dar mientras la pareja está enamorada, aún así sea lo que
más quisieran, porque las probabilidades de decepción aumentan. Hay muchas
personas que antes de casarse viven juntas para ver si funciona, hay otras
parejas que nunca lo intentarían porque de antemano ya saben que fracasarán y
que de ser así jamás llegarán al matrimonio.
Los
buenos matrimonios exigen madurez y responsabilidad tal como el amor, y si
tomamos en cuenta que hay muchas personas inmaduras e irresponsables: he ahí el
por qué tantas infidelidades y separaciones.
Especialmente cuando confunden el amor y el sexo.
Sin
embargo, en muchos casos el amor a pesar de que es difícil de encontrar y
muchos tal vez no lo conozcan en su vida, habrá gente que encuentre el amor más
de una vez, a pesar de su matrimonio, a pesar de que sí aman a su pareja, pues
amar no involucra “exclusividad” aunque así se desee.
Es
raro, casi inconcebible que un marido le cuente a su esposa que ama a otra
mujer o viceversa, pero es posible si desde el noviazgo hay honestidad. Aunque cuando se ama, no se ama a todos por igual.