Para
muchas personas es común pensar que por discutir van a terminar
enamorados.
Las
discusiones no son malas si se hacen respetuosamente y con el fin de llegar a
un acuerdo, no de desatar la agresividad y la confusión.
Discutir rompe la
tranquilidad, pero suele valer la pena cuando las cosas no andan bien.
Pero
cuando en una relación las peleas son el pan de cada día, así como las
agresiones y la violencia en general; las luchas de poder, como saber quién
tiene la razón o quién se saldrá con la suya se oponen a las expectativas de
una pareja tradicional que busca paz y tranquilidad.
Sin
embargo, hay parejas a las que les encanta pelear en gran parte por la
reconciliación, o porque creen que están siendo auténticos, la cuestión es que
separarse puede resultar peor que pelear, su relación es como un reto que los estimula a ambos .
Las
personas que están en este tipo de relaciones suelen ser personas
emocionalmente inseguras, que corren el riesgo de herirse aún más, puesto que
destruyen más de lo que construyen. Las relaciones sexuales también suelen ser
impulsivas, lo que puede provocar que se traigan hijos al mundo que serán víctimas de las
peleas. O imagínate golpear a tu pareja con la sartén o darle un golpe tan
fuerte que lo mate o lo marque de por vida, incluso decirle groserías o
burlarse de sus defectos.
Este
tipo de amor no es precisamente amor. Es la atracción hacia lo diferente, el
rechazo y el miedo a realmente amar, por lo
que siempre se está a la defensiva.
Mucha gente que tiene este tipo de
relaciones ha vivido en ambientes violentos y por eso les resulta cómodo y
hasta familiar. Además que la conquista de la mujer y la lucha de géneros es
también tema de todos los días.
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